Prisionero desde hacía 37 días, Ed miró por la pequeña ventana de su celda.
Vió la pradera, se veía verde y floreciente.
Los rayos del sol se hacian ver entre las pequeñas hojas de los árboles,
mientras el viento, a su paso, jugaba con las formas y el color.
Sus ojos estaban perdidos y maravillados a la vez,
sabía que el final estaba proximo, pero ¡qué maravilloso atardecer!
Allí se quedó, hasta que el ultimo rayo de sol se ausentó,
apoyando su rostro contra la fría piedra, esperando..
solo esperando.
23.1.12
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