Querido Amor:
¿Dónde has estado? ¿Por qué me has dejado?
Llevo días pensándote. Días imaginando como sería mi vida con vos.
Debo decirte que no es nada fácil que no estés en la casa.
Tu ausencia es notoria en vuestras vidas:
El silencio colma los pasillos, los ambientes se sienten apagados y
los pajarillos ya no entonan aquellas melodías que disfrutabamos.
Las cosas aquí siguen como de costumbre: Una organizada rutina semanal,
el éxito en todas las tareas siempre empañado por tu ausencia.
El clima ha estado algo fresco. Las flores están marchitando y
quizá la música y la poesía no sea lo que tu y yo recordamos, pero todos
y cada uno de esos cambios son exclusivamente por no tenerte aquí.
Cada mañana al amanecer, dejo todo perfectamente listo por si llegaras
a venir de imprevisto.
Tu pequeña cama, tus suaves y delicadas sabanas de lino y tu viejo pijama blanco.
Debo confesarte que amaría la loca idea de encontrarme en mis tareas habituales y
ser sorprendido por tí en mi puerta.
Ay Amor qué bello eres!
Iluminas cualquier sitio en el mundo. Tienes la fuerza para acompañar al logro,
la pasión para vivir al límite y la belleza eterna de los jovenes amantes.
Debo reconocer que ésta no es mi primera carta: Te he escrito una por mes durante varios años.
Cierto día, empecé a pensar que no volverías:
He llegado a pensar: Oh! El amor ha muerto.
Sin embargo, he decidido volver a escribirte.
Eres tan hermoso que no me perdonaría jamás olvidarte.
Más quiero que sepas, mi querido Amor, que te pensé y te necesité cada día de mi pequeña vida.
Escríbeme! Cuentame que ha sido de tí.
Yo siempre estaré dispuesto a leer tus líneas...
21.6.10
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