24.5.10

Plegaria.

Escuchó un sonido y notó la advertencia de su teléfono móvil: era tiempo de novedades.
Por un segundo se detuvo el mundo y las imágenes comenzaron a circular a toda velocidad por su córnea.
Sentía haber vivido siglos y solo eran minutos.
Sentía una opresión en su pecho: quizá el dolor, quizá el abandono o la incertidumbre del presente.
Reflexionó. Se sentó y miró por la pequeña ventana con el horizonte pintado de fondo.
Contempló uno tras otro los sucesos: los pensó, sintió. Permitió que hicieran carne en él y hasta admitió una suave lágrima rodando por su mejilla.
Nuevamente. Repasó cada detalle de uno y de todos los días de su infierno. Se transportó allí y hasta replanteó las situaciones de una y mil maneras. Jugó con su alma y la de todos los participantes.

Volvió a escuchar el sonido. Se acercó y temió mirar el memo. El pánico lo alejó de la mesa nuevamente hacia la ventana.
La tenacidad lo empujo a volver y las agallas a tomar el teléfono. Lo miró y en sus adentros pronunció.
-Díos te bendiga. Te quiero mucho.

Su alma se detuvo. Su corazón palpitó. Eran noticias de su pasado.
Levanto la mirada e intentó formar un pensamiento. Ávido entre la muchedumbre de palabras y confusiones, logró tomar los vocablos adecuados.
-Ya he sido bendecido. Toda la gente tóxica se ha ido de mi camino. Se dijo a sí mismo.

Tiró su teléfono sobre la mesa y salió a la vida nuevamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario